Descubre el secreto para cultivar tomates increíbles que nadie te ha contado
Cuando escuché por primera vez sobre el injerto de tomates, pensé que era una técnica reservada para expertos botánicos. Pero a medida que investigaba y veía los resultados en los cultivos de otros agricultores, me di cuenta de que era una oportunidad que no podía dejar pasar. El injerto no solo es una técnica innovadora, sino que puede transformar por completo la forma en que cultivamos tomates. En este artículo, exploraremos en profundidad qué es el injerto, su historia, cómo llevarlo a cabo y por qué deberías considerar esta técnica en tu jardín.
¿Qué es el injerto?
El injerto es el proceso de unir dos plantas distintas de la misma especie para que crezcan como una sola. Este método se utiliza comúnmente en horticultura para combinar las ventajas de un portainjerto, que es la parte de la planta que proporciona las raíces, con el vástago, que es la parte que produce el fruto. El portainjerto se elige por su resistencia a enfermedades y su vigor, mientras que el vástago se selecciona por la calidad y sabor de su fruto.
Entre las ventajas del injerto se incluyen:
- Resistencia a enfermedades: Al utilizar un portainjerto resistente, puedes proteger mejor tus plantas de diversas plagas y enfermedades.
- Crecimiento más rápido: Los portainjertos vigorosos permiten un desarrollo más rápido de la planta.
- Aumento de producción: Las plantas injertadas tienden a producir más frutos que las no injertadas.
- Adaptabilidad: Algunos portainjertos pueden adaptarse mejor a diferentes tipos de suelo y condiciones climáticas.
- Mejor calidad de fruto: Puedes combinar la resistencia del portainjerto con la calidad de un vástago superior.
A pesar de que el injerto puede requerir un poco más de esfuerzo y un costo inicial, las ventajas que ofrece justifican completamente la inversión de tiempo y recursos.
Razones para injertar tus tomates
Si bien todos tenemos nuestros tomates heirloom favoritos, es bien sabido que estas variedades son más susceptibles a enfermedades y no siempre son tan productivas como los híbridos modernos. El injerto combina las características deseables del portainjerto con la deliciosa variedad de tomate que elijas, resultando en plantas más robustas y productivas.
Algunos beneficios específicos del injerto de tomates incluyen:
- Capacidad de trasplante temprana: Los tomates injertados manejan mejor las temperaturas frías del suelo.
- Frutos más rápidos: La maduración temprana de los tomates puede ser un gran incentivo.
- Mayor producción: Las plantas injertadas suelen tener más racimos de tomates.
- Resistencia a climas extremos: Pueden soportar veranos prolongados y calurosos, extendiendo así la temporada de cultivo.
- Incremento de beneficios económicos: Si cultivas para vender, la demanda por tomates injertados puede ser significativamente mayor.
Con estos beneficios, es probable que te enfrentes al dilema de encontrar suficientes compradores para tus tomates. ¡Te sorprenderás de lo que puedes lograr!
Una breve historia del injerto
Los orígenes del injerto se remontan a tiempos antiguos, con registros que sugieren que ya se practicaba alrededor del año 500 d.C. en Asia, donde los agricultores unían diferentes variedades de calabazas para obtener frutos más grandes y un sistema radicular más robusto.
En la década de 1920, el injerto fue reintroducido en Japón, donde un agricultor llamado Ukichi Takenaka demostró su utilidad al injertar una sandía sobre una calabaza para combatir la Fusarium wilt, una enfermedad devastadora. Este éxito ayudó a popularizar el injerto entre los agricultores de todo el mundo.
En la actualidad, el injerto no solo se utiliza en tomates, sino también en árboles frutales y en la creación de “árboles de ensalada”, donde se combinan múltiples tipos de frutas en un solo portainjerto.
Preparación antes del injerto
Existen tres técnicas ampliamente aceptadas para injertar tomates: el injerto por empalme, el injerto lateral y el injerto en hendidura. Aunque al principio puede parecer complicado, con un poco de práctica, te volverás más hábil en cada corte. Aquí tienes lo que necesitarás para comenzar:
- Un cuchillo de injerto con corte en inglete o cuchillas de afeitar tradicionales.
- Semillas de portainjerto.
- Semillas de tus variedades favoritas de tomate (que pronto serán aún mejores).
- Pinzas de silicona de diferentes tamaños y/o clips de resorte para injertos laterales.
- Estacas de soporte.
- Un rociador con agua.
- Domes de humedad o una cámara de sanación.
Comienza tus semillas de tomate como lo harías normalmente, teniendo en cuenta que las variedades de portainjerto pueden tener una germinación inconsistente. Es recomendable iniciar las variedades de vástago en bandejas de 50 celdas y el portainjerto en macetas individuales de 2 pulgadas para evitar confusiones durante el injerto.
Aproximadamente a las tres semanas, compara el tamaño de las plantas de portainjerto y vástago. Las tallos deben tener diámetros similares para un injerto exitoso. Recuerda que puedes realizar el injerto en más de una sesión, ya que el vástago puede alcanzar el tamaño del portainjerto.
Injerto por empalme
Comienza utilizando el cuchillo de injerto, que tiene diferentes muescas para el tallo. Sujeta el tallo del portainjerto y asegúrate de que el corte sea de aproximadamente 45 grados. Esto es crucial para que los tallos se alineen adecuadamente durante el injerto. Corta la parte superior del portainjerto y descarta los cotiledones.

Selecciona un tallo de vástago del mismo tamaño y realiza un corte en el mismo ángulo. Luego alinea los cortes y asegúralos con una pinza de tamaño adecuado. Es importante que los cortes estén centrados en la pinza para mayor estabilidad.
Injerto lateral
Para el injerto lateral, utiliza una cuchilla afilada y nueva. Corta la parte superior del portainjerto y haz un corte en el tallo del portainjerto para crear una hendidura. Haz un corte similar en el vástago y ajusta ambos cortes juntos. Luego, usa un clip de resorte para asegurar los tallos. Después de esto, coloca las plantas en una maceta y cúbrelas con un domo de humedad.
Injerto en hendidura
Comienza cortando la parte superior del portainjerto y luego haz un pequeño corte vertical en el tallo del portainjerto. Corta un vástago en forma de cuña y colócalo en la hendidura. Asegura la unión con una pinza. Esta técnica permite que los niveles de humedad no sean tan altos como en otros métodos.
Cuidado post-injerto y sanación
Después de injertar, es esencial mantener niveles adecuados de humedad, ya que esto facilita la sanación del injerto. Debes asegurar que la humedad esté alrededor del 90-95%. Si trabajas en una escala pequeña, puedes usar domos de humedad, asegurándote de rociar ligeramente las plantas y mantenerlas en un lugar cálido y fuera de la luz solar directa.
Durante el proceso de sanación, las plantas no crecerán, así que ten en cuenta esto al planear tu temporada. Después de 2-3 días en una cámara de sanación, comienza a abrir las ventanas o el domo para reducir la humedad gradualmente. Introduce luz de forma paulatina, permitiendo que las plantas se aclimaten antes de exponerlas a la luz del sol directamente.
Si durante este proceso observas que las plantas se marchitan, es posible que no estén listas para el siguiente paso y deban regresar a la etapa anterior de sanación. Recuerda, el cuidado post-injerto es crucial para el éxito a largo plazo de tus plantas.
Notas importantes
Es fundamental que, al realizar cualquier técnica de injerto, si cortas por encima de los cotiledones del portainjerto, verifiques si están apareciendo chupones. Estos chupones pueden producir frutos indeseados que no quieres. Para evitar esto, considera hacer el corte por debajo de los cotiledones.
Transplante de tomates injertados
Una vez que hayas injertado y sanado tus plantas de tomate, el siguiente paso crucial es el trasplante. Las plantas de la familia de las solanáceas, a las que pertenecen los tomates, desarrollan raíces adventicias a lo largo de su tallo. Esto significa que si se entierran adecuadamente, estas raíces pueden establecerse en el suelo y fortalecer la planta.
Sin embargo, con los tomates injertados, el injerto no debe estar enterrado por debajo de la superficie del suelo. Si lo haces, el tallo del vástago comenzará a enviar raíces y perderás los beneficios del injerto. Por lo tanto, al trasplantar, asegúrate de hacer un agujero más superficial de lo que normalmente harías y mantener el injerto por encima del nivel del suelo.
Preguntas frecuentes
¿Qué hacer si aparecen chupones en mi planta injertada? Simplemente córtalos antes de que empiecen a absorber energía de la planta. Para evitar este problema en el futuro, ejecuta tus cortes por debajo de los cotiledones del portainjerto.
Si notas que las hojas de tus plantas están marchitas, podría ser una señal de que has regado en exceso. Recuerda que, con un domo de humedad, no necesitas regar con frecuencia.
Después de aproximadamente una semana, prueba a sacar una de tus plantas del ambiente húmedo para ver cómo reacciona. Si el injerto ha sido exitoso, la parte superior no debería caerse ni marchitarse.
Estas son solo algunas de las preguntas que pueden surgir, pero es importante recordar que injertar tomates es una habilidad que se perfecciona con la práctica y la experiencia.
Para aquellos interesados en ver el proceso de injerto en acción, aquí hay un video que puede ser útil:

Injertar tomates puede parecer intimidante, pero una vez que te familiarices con el proceso y observes las increíbles mejoras en tu cultivo, no querrás volver atrás. A pesar de que es un método que requiere esfuerzo y tiempo, la recompensa en términos de producción y calidad de los frutos es verdaderamente gratificante.