Descubre la sorprendente verdad sobre el suelo que nadie te ha contado
El suelo es un tema fascinante y esencial para el medio ambiente y la agricultura. Para los jardineros, la creación de un perfil de suelo saludable es crucial para el crecimiento de las plantas y la vida que alberga. Pero, ¿qué es realmente el suelo?
La percepción del suelo varía ampliamente. Muchos jardineros consideran que la tierra para macetas o el sustrato de jardín son respuestas sencillas a esta pregunta, sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Lo que nosotros llamamos suelo no siempre se alinea con la definición científica del mismo, que incluye aspectos como los horizontes del suelo y su formación.
Muchos jardineros se centran en los materiales orgánicos, creyendo que la adición de compost bien descompuesto es suficiente para tener un suelo saludable. Si bien esto no es incorrecto, es importante aclarar que el compost en sí no es suelo. Otros pueden enfocarse en los organismos y microorganismos del suelo, que tampoco constituyen el suelo en su totalidad. A continuación, profundizaremos en qué es el suelo y si realmente lo necesitamos para cultivar plantas.
¿Qué es el suelo?
El suelo es una mezcla de partículas minerales no consolidadas que se encuentran en la superficie terrestre. Este medio es fundamental para el crecimiento de las plantas, ya que interactúa de manera directa con la geología subyacente. El suelo, al relacionarse con los organismos que habitan en él, forma una red alimentaria que proporciona nutrientes esenciales para la vida en el planeta. Estas redes alimentarias son cruciales para la transferencia de energía entre especies en un ecosistema, y el suelo juega un papel vital al transferir energía a las plantas productoras, que son la base de todos los ecosistemas.
Los componentes del suelo pueden variar, siendo principalmente arena, limo y arcilla. La estructura del suelo en un entorno específico, junto con el clima, la humedad y la interacción con organismos vivos, influye en la condición del ecosistema. Por ejemplo, algunas áreas pueden tener suelo limoso, mientras que otras pueden tener suelo arenoso o suelo arcilloso. Los jardineros a menudo trabajan para modificar la estructura del suelo arcilloso hacia una más rica en nutrientes, y aunque pueden crear mezclas sin suelo utilizando elementos de viveros, la formación del suelo también ocurre de manera natural.
¿Cómo se forma el suelo?
Para entender la formación del suelo, es necesario introducir el concepto de horizontes del suelo. Un horizonte del suelo está compuesto de capas de materia orgánica que se encuentran en los estratos del suelo. Cada capa tiene su propio perfil de suelo, que se combina con otros para formar un perfil general. La mayoría de los suelos tienen tres horizontes principales, y muchos presentan un horizonte superior rico en materia orgánica.
El horizonte más bajo es el lecho rocoso, que puede estar formado por granito, cuarzo, basalto, caliza o arenisca. El tipo de roca presente en el lecho rocoso está determinado por las características tectónicas que ocurren debajo y alrededor de su masa consolidada. Si el lecho rocoso está lo suficientemente cerca de la superficie, actúa como el material parental del suelo, de donde se origina la formación de las capas superiores.
El siguiente horizonte es el horizonte B o subsoil, que actúa como material parental cuando el lecho rocoso se encuentra por debajo de él. Este subsuelo está compuesto de minerales que se han trasladado desde la estructura del suelo superior debido a la erosión. Por encima de este se encuentra el horizonte eluviado o A, que contiene poca materia orgánica y consiste en partículas de arena, limo y arcilla compuestas de minerales resistentes que no se descomponen fácilmente.
Finalmente, el horizonte superior, conocido como el horizonte de topsoil, está formado principalmente por minerales del material parental con una mezcla de materia orgánica. La conservación de la capa de topsoil es vital, ya que proporciona hábitat para la fauna y sustenta la producción agrícola. Esta capa tiene aproximadamente un pie de profundidad y está compuesta de materia orgánica, arena, limo y partículas de arcilla.
Además, existe el horizonte orgánico que se sitúa en la superficie, por encima de los horizontes A y B. Un buen ejemplo de un entorno con un robusto horizonte O es el bosque, donde se acumula una rica capa de materia orgánica muerta. Las hojas que caen al suelo en otoño se convierten en desechos que se descomponen, alimentando al suelo con el dióxido de carbono atrapado en sus células. Estos sumideros de carbono ayudan a retener gases de efecto invernadero en su estructura microbiana, en lugar de liberarlos a la atmósfera.

No todas las regiones cuentan con una capa orgánica superior. En lugares como los desiertos, la falta de esta capa orgánica se traduce en suelos pobres en nutrientes, lo que dificulta la movilización de agua y nutrientes. Esto resalta la importancia de entender el contexto local del suelo en el desarrollo de prácticas agrícolas eficaces.
Tipos de suelo
La ciencia del suelo clasifica los suelos según sus propiedades físicas y composición química. Esta taxonomía del suelo examina características como el color, la textura y la estructura hasta dos metros de profundidad. La clasificación del suelo puede tener aplicaciones en agricultura o industria. A continuación, se presentan los seis tipos básicos de suelo que existen en la Tierra:
- Suelo arenoso: Compuesto por partículas de arena y arcilla, este tipo de suelo es más ácido y propenso a la erosión.
- Suelo turba: Con alta cantidad de materia orgánica y retentiva de agua, se forma donde hay acumulación de material orgánico a lo largo del tiempo.
- Suelo limoso: Una mezcla de arena, limo y arcilla que ofrece alta fertilidad y buen drenaje, considerado el mejor amigo del jardinero.
- Suelo arcilloso: Compuesto de al menos 25% de partículas de arcilla, retiene mucha agua, pero es deficiente en nutrientes, por lo que se requiere añadir materia orgánica.
- Suelo limoso: Fertil y ligero, este suelo tiene partículas de limo que permiten una buena retención de agua, aunque tiende a erosionarse rápidamente.
- Suelo calcáreo: Con texturas que pueden variar entre ligeras y pesadas, este suelo es alcalino debido a su alto contenido de carbonato de calcio, lo que limita su uso para plantas que requieren ambientes ácidos.
Suelo comercial vs. suelo natural
Hasta aquí hemos discutido la formación geológica de los suelos. El suelo comercial, por otro lado, se distingue del suelo natural. En un entorno natural, el suelo pasa por varios procesos biológicos que pueden no ocurrir en los suelos comerciales. Este último es formulado para diferentes propósitos, y aunque puede contener propiedades que ayudan a retener nutrientes, su eficacia puede disminuir con el tiempo.
Cuando compras tierra en un vivero, generalmente obtienes tierra de los horizontes superficiales y subsuperficiales, que puede no ser el verdadero topsoil que solo se encuentra en la capa superficial. Por esta razón, los jardineros a menudo no pueden simplemente comprar una bolsa de tierra para sus plantas. En cambio, deben invertir tiempo en desarrollar su propio suelo, especialmente si trabajan en el suelo directamente y no simplemente llenan macetas o contenedores.
¿Qué es la materia orgánica?
La materia orgánica no es estrictamente suelo. Puede incluir hojas, plumas, estiércol de diferentes animales, materia vegetal y animal en descomposición, e incluso el microbioma del suelo. El compost es un ejemplo común de materia orgánica, que resulta de la combinación equilibrada de restos de cocina, hojas, heno y otros materiales vegetales en descomposición.
Una buena cantidad de materia orgánica es fundamental en el suelo de cama elevada orgánico y en cualquier suelo que requiera enmiendas para el crecimiento de plantas. Los componentes orgánicos mantienen la estructura del suelo y ayudan a mitigar factores ambientales, como la erosión. En suelos limosos, los materiales orgánicos mejoran los agregados del suelo, fortaleciendo la estructura general.
Salvo que estés cultivando plantas nativas en su suelo nativo, la materia orgánica es esencial, ya que mejora la retención de agua, la aireación, la capacidad de retención de nutrientes y la infiltración de agua en las plantas. Los enmiendos orgánicos pueden contener nutrientes esenciales y, en algunos casos, reemplazar fertilizantes. Utilizarlos correctamente junto a fertilizantes puede ser la clave para un jardín vibrante.
¿Necesitas suelo para cultivar plantas?
Si bien el uso de un medio de cultivo basado en suelo es considerado por muchos jardineros como el método más «natural», no es la única opción. Aunque el suelo es eficaz para cultivar frutas y verduras, hay alternativas. Al trabajar con suelos naturales, puede que sea necesario enmendar las partículas del suelo para garantizar un medio adecuado. Sin embargo, este suelo puede contener organismos útiles, así como patógenos potencialmente dañinos.
Medios sin suelo
Para aquellos que desean cultivar en interiores o que tienen problemas respiratorios, los medios sin suelo pueden ser una excelente alternativa. Estos medios a menudo se esterilizan para reducir el riesgo de plagas y enfermedades. Algunos ejemplos de medios sin suelo incluyen sustratos como el hidroponía, que utiliza soluciones de agua y nutrientes para el crecimiento de las plantas.
Si estás considerando qué tipo de medio usar, un mezcla para iniciar semillas puede ser útil. Esta mezcla puede ser más efectiva para germinar semillas en comparación con la tierra, ya que al estar esterilizada, reduce el riesgo de problemas iniciales. Por otro lado, los medios como el coco coir son ideales por su capacidad de retención de humedad, lo que favorece la germinación.
Sin embargo, los medios sin suelo a menudo carecen de muchos micronutrientes que se encuentran en un suelo natural. Para abordar esto, puedes añadir enmiendas minerales o incluso pequeños porcentajes de suelo natural a tus mezclas sin suelo, lo que ayudará a equilibrar los nutrientes necesarios para el crecimiento adecuado de las plantas.

Recuerda que los medios de cultivo pueden variar ampliamente entre los productores y es importante conocer las necesidades específicas de tus plantas para seleccionar el medio adecuado. Un enfoque informado garantizará que tu jardín florezca y produzca de manera óptima.