Cuidados de una cala: ignoró el riego y casi la pierde
La cala: características y origen
La cala, cuyo nombre científico es Zantedeschia aethiopica, es una planta que destaca por su elegancia y flores blancas en forma de trompeta. Originaria de Sudáfrica, crece en zonas templadas y húmedas, lo que explica sus necesidades específicas de agua y humedad.
Esta planta es muy popular tanto en jardines como en interiores, gracias a su porte estilizado y su capacidad para adaptarse a diferentes ambientes, siempre que se respeten sus cuidados básicos. A menudo se confunde con lirios o alcatraces, pero la cala tiene características propias, como hojas grandes y brillantes y una flor que parece una especie de espata que envuelve el espádice.
¿Sabías que la cala puede alcanzar alturas de hasta 90 cm? Eso la hace perfecta para decorar rincones tanto en macetas como en tierra directa. Además, su resistencia a condiciones moderadas la convierte en una planta ideal para quienes empiezan en el mundo de la jardinería.
Sin embargo, no todo es tan sencillo como parece. La cala requiere un manejo cuidadoso, especialmente en lo que respecta al riego y la luz. Ignorar estos aspectos puede llevar a problemas graves, como casi me pasó a mí.
Las necesidades básicas de la cala
Para que una cala crezca sana y fuerte, hay que entender qué necesita realmente. Primero, el agua es fundamental, pero ojo, no es cuestión de empaparla sin control. El riego moderado y constante es la clave. La planta no tolera ni la sequía ni el encharcamiento.
En cuanto a la luz, la cala prefiere una luz indirecta o semisombra. El sol directo puede quemar sus delicadas hojas y afectar la floración. Por eso, ubicarla en un lugar con buena iluminación pero sin exposición directa es ideal.
La temperatura también juega un papel importante. La cala se siente cómoda en un rango de 14º a 26ºC, un ambiente cálido que favorece su desarrollo. Además, requiere una humedad alta y un ambiente ventilado para evitar enfermedades y mantener sus raíces saludables.
El suelo debe ser bien drenado para evitar la pudrición de las raíces. Un sustrato ligero y rico en materia orgánica es lo mejor para que la planta se desarrolle sin problemas.
El riego: el cuidado más crítico para la cala
Si hay algo que aprendí a las malas es que el riego es el punto más delicado en el cuidado de la cala. Ignorar cuándo y cuánto regar puede ser fatal. La deshidratación se nota rápido: hojas marchitas, flores que se caen y un aspecto general apagado. Pero ojo, el exceso de agua es igual de peligroso, pues puede provocar la pudrición de la raíz.
Para regar correctamente, lo mejor es mantener la tierra húmeda pero nunca encharcada. En primavera y verano, cuando la planta está en pleno crecimiento, el riego debe ser más frecuente, aproximadamente dos veces por semana. En otoño e invierno, se reduce a una vez cada 10-15 días, dependiendo de la humedad ambiental.
Un truco que uso es meter el dedo en la tierra: si está seca a unos 2 cm de profundidad, es hora de regar. Si aún está húmeda, mejor esperar. Así evitas pasarte y dañar la planta.
Recuerda que la cala necesita un ambiente ventilado para que la humedad no se acumule en exceso y provoque hongos o enfermedades. Por eso, no la dejes en lugares cerrados sin circulación de aire.
La luz y la ubicación ideal para la cala
¿Dónde poner la cala? Esa es una pregunta que muchos se hacen. La respuesta es sencilla: en un lugar con luz indirecta o semisombra. La luz directa, sobre todo en verano, puede quemar las hojas y afectar la floración.
Si la tienes en interior, cerca de una ventana con cortina es perfecto. En exteriores, busca un lugar donde reciba sol filtrado o sombra parcial. La cala se adapta bien a diferentes climas, pero siempre hay que evitar las corrientes de aire frío o los cambios bruscos de temperatura.
Un detalle que no muchos saben es que la luz influye en la intensidad del color de las flores. Una buena iluminación indirecta ayuda a que las flores se vean más vivas y duraderas.
Temperatura y ambiente: manteniendo el clima adecuado
La cala se siente cómoda en temperaturas cálidas, entre 14º y 26ºC. Si baja de 10ºC, la planta puede sufrir daños en las hojas y detener su crecimiento. Por eso, en invierno es importante protegerla de heladas y corrientes de aire frío.
Un ambiente ventilado pero sin corrientes fuertes es ideal para evitar enfermedades. Además, mantener una humedad alta ayuda a que la planta no se reseque, especialmente en interiores donde el aire suele ser más seco.
Para aumentar la humedad, puedes colocar la maceta sobre un plato con piedras y agua, sin que el fondo toque el líquido. También es útil pulverizar las hojas con agua, pero sin mojar las flores para evitar manchas.

Suelo, maceta y sustrato: la base para un buen crecimiento
El suelo es la base para que la cala crezca fuerte. Debe ser rico en nutrientes y, sobre todo, bien drenado para evitar que el agua se acumule y dañe las raíces.
Una mezcla ideal incluye humus de lombriz, fibra de coco, turba y perlita o vermiculita para mejorar el drenaje y la aireación. Esto permite que las raíces respiren y absorban bien el agua y los nutrientes.
La elección de la maceta también es clave. Debe tener agujeros en la base para facilitar el drenaje y ser lo suficientemente grande para que la planta no se sienta apretada. Un tamaño adecuado evita el estrés y favorece el crecimiento.
El trasplante se recomienda cada dos años aproximadamente, o cuando notes que las raíces están muy apretadas. Al hacerlo, es importante no dañar las raíces y usar sustrato fresco para darle un nuevo impulso a la planta.
Abono y fertilización: alimentar para florecer
Para que la cala florezca con fuerza, necesita un aporte regular de nutrientes. El abono orgánico o ecológico es lo mejor, ya que nutre sin dañar la planta ni el medio ambiente.
La fertilización mensual es suficiente durante la época de crecimiento y floración. Algunos jardineros prefieren hacerlo cada 15 días para un impulso extra, pero hay que tener cuidado de no sobrefertilizar, porque puede quemar las raíces.
Si notas hojas amarillentas o crecimiento lento, puede ser señal de deficiencia nutricional. En ese caso, un abono equilibrado con nitrógeno, fósforo y potasio ayudará a corregir el problema.
Poda y mantenimiento: cuidar hojas y flores para prolongar la vida
La poda regular es fundamental para mantener la cala saludable. Retira las hojas y flores secas o dañadas para evitar que consuman energía y para prevenir enfermedades.
Además, la poda estimula el crecimiento y la aparición de nuevas flores. Limpia las hojas con un paño húmedo para mejorar la fotosíntesis y eliminar polvo o posibles plagas.
Ten cuidado al manipular la planta para no dañar las raíces ni los tallos, que son delicados. Un manejo suave es clave para que la planta se mantenga fuerte y bonita.

Control de plagas y enfermedades comunes
Las calas pueden ser atacadas por plagas como caracoles, babosas, cochinillas, pulgones y araña roja. Estas plagas dañan las hojas y flores, afectando la salud general de la planta.
Los síntomas incluyen manchas, hojas pegajosas o con agujeros, y un aspecto marchito. Para controlarlas, lo mejor es usar métodos naturales como jabón potásico o aceite de neem, que son efectivos y no dañan la planta.
La prevención es fundamental: mantener un ambiente limpio, ventilado y evitar el exceso de humedad ayuda a que las plagas no se instalen.
Propagación y multiplicación de la cala
Si quieres tener más calas, puedes reproducirlas por división de rizomas, hijuelos o semillas. La división de rizomas es la forma más sencilla y rápida.
Para dividir rizomas, saca la planta de la maceta, separa con cuidado las raíces y planta cada trozo en un sustrato nuevo y bien drenado. Los hijuelos se pueden separar cuando tienen al menos 10 cm de altura.
Las semillas son menos comunes y requieren más tiempo y cuidados, pero son una opción para quienes disfrutan del proceso completo de cultivo.
Errores frecuentes en el cuidado de la cala y cómo evitarlos
- Riego inadecuado tanto el exceso como la falta de agua pueden matar la planta.
- Exposición a luz directa intensa quema las hojas y afecta la floración.
- Falta de drenaje usar macetas sin agujeros o sustratos compactos provoca pudrición.
- No proteger la planta en invierno las bajas temperaturas dañan la cala.
- Ignorar signos de plagas detectarlas a tiempo evita daños graves.
Casos reales y testimonios de aficionados a la cala
Muchos jardineros han pasado por la experiencia de casi perder su cala por descuidos en el riego o la ubicación. Por ejemplo, Ana, de Madrid, cuenta que dejó su cala en un rincón oscuro y sin regar por semanas, y la planta se marchitó casi por completo. Tras informarse y cambiar sus hábitos, logró recuperarla y ahora florece cada año.
Otro caso es el de Carlos, que regaba en exceso su cala y notó que las hojas se ponían amarillas y blandas. Al cambiar a un riego moderado y mejorar el drenaje, la planta volvió a la vida.
Estas experiencias muestran que con atención y paciencia, la cala puede recuperarse y lucir espléndida. ¿Tú también tienes alguna historia con esta planta? ¡Cuéntanos!
Opinión experta sobre el cuidado y mantenimiento de la cala
Según especialistas en jardinería, la clave para cuidar la cala está en la atención constante a sus necesidades básicas, especialmente el riego y la luz. La atención al detalle marca la diferencia entre una planta saludable y una afectada por enfermedades o plagas.
Para principiantes, recomiendan empezar con una maceta pequeña y un sustrato bien drenado, y observar la planta diariamente para detectar signos de estrés. Para expertos, el manejo de la fertilización y la poda regular son aspectos que potencian la floración y la longevidad.
Además, desde un enfoque sostenible, se aconseja usar abonos orgánicos y métodos naturales para el control de plagas, cuidando así el medio ambiente y la salud de la planta.
Checklist definitivo para el cuidado de una cala saludable
- Riego mantener la tierra húmeda, regar 2 veces por semana en primavera-verano y reducir en invierno.
- Luz colocar en luz indirecta o semisombra, evitar sol directo.
- Temperatura mantener entre 14º y 26ºC, proteger de heladas.
- Suelo usar sustrato bien drenado y rico en materia orgánica.
- Abono fertilizar mensualmente con abono orgánico.
- Poda eliminar hojas y flores secas regularmente.
- Control de plagas revisar la planta y aplicar métodos naturales si es necesario.
- Trasplante cada 2 años o cuando las raíces lo requieran.
Beneficios y simbolismo de la cala en el hogar y jardín
La cala no solo es hermosa, sino que tiene un significado especial. En muchas culturas simboliza pureza, belleza y renacimiento. Tener calas en casa aporta un toque de elegancia y serenidad.
Además, estas plantas ayudan a purificar el aire y mejoran el ambiente emocional, creando espacios más agradables y relajantes.
Por eso, integrarlas en interiores o jardines es una excelente idea para quienes buscan armonía y estilo en su entorno.
Comparativa de cuidados: cala en maceta vs. cala en suelo
Aspecto | Cala en maceta | Cala en suelo |
---|---|---|
Riego | Más frecuente y controlado | Natural, pero requiere atención |
Drenaje | Fundamental, maceta con agujeros | Depende del tipo de suelo |
Trasplante | Cada 2 años aproximadamente | No necesario si el suelo es adecuado |
Control de plagas | Más fácil de detectar y tratar | Puede ser más complejo |
Crecimiento | Limitado por tamaño de maceta | Mayor desarrollo y floración |
¿Qué te parece esta guía para cuidar tu cala? ¿Has tenido alguna experiencia con esta planta que quieras compartir? ¿Te gustaría saber más sobre cómo manejar plagas o fertilización? Cuéntanos en los comentarios, ¡nos encanta aprender juntos!